Nacido en Argentina, hecho en México, Damián Zamogilny es un exfutbolista que se desempeña como analista de futbol en TUDN. Activo en sus redes sociales, ‘el Ruso’ pregona su corriente estética favorita sobre el juego. La denomina “Rusismo”. No es otra cosa que un aplauso a las jugadas bravas que se registran en un partido o una reta.

Pero no todo es un balón en su cabeza. Al ser padre de familia procura empaparse de los gustos que tienen sus hijos para no quedarse fuera de la conversación. Tomándolos como su motivación principal para cualquier paso que da en la vida, Damián reflexiona acerca de lo que desea para ellos y para otros niños. 

 

Con base en ese pensamiento, aunado a su convicción personal de aportar un granito de arena para que México sea un mejor país, ‘el Ruso’ encontró en el cine de animación una puerta para compaginar su propósito de alegrar infancias con apoyar desde su trinchera al talento nacional.

De paso, y de forma indirecta, abona a vencer el estigma que persigue a futbolistas y exfutbolistas que son catalogados como seres que no exploran más allá de una cancha. Zamogilny es uno de los productores que hizo posible Águila y Jaguar: Guerreros legendarios, película mexicana de animación dirigida por Mike R. Ortiz que fue estrenada en cines y contó con el respaldo de Raúl Jiménez, Héctor Moreno, Duilio Davino, Marc Crosas, Marco Fabián. 

 

Entrevista con Damián Zamogilny sobre Águila y Jaguar

Damián, existe un estigma hacia los futbolistas y exfutbolistas que se convierten en analistas de juego o comentaristas. Tiene que ver con que se les considera incultos e ignorantes porque no hablan de otra cosa que no sea futbol. Vemos que no es así. Tú eres muestra de ello. ¿Cómo darle un giro a ese juicio?

Me parece que ese estigma es inadecuado. Con el tiempo se le ha establecido esa identidad al futbolista que viene de una condición social baja, o medio baja. En mi caso, que provengo de una situación muy humilde, me he tenido que educar en el futbol. Me refiero a que he tenido que aprender muchas cosas que no tienen que ver precisamente con patear una pelota. Como cualquier otra persona, he tenido que luchar para salir adelante y eso implica prepararse en otros aspectos. En mi transición de futbolista a analista no basta con tener conocimientos sobre el juego, también hay que informarse de otros temas, pulir la forma de comunicarse.  

En tu caso estás apostando por entrarle al cine en una faceta de productor. ¿Por qué decidiste hacerlo?

Luego de terminar mi carrera como futbolista e incursionar en los medios de comunicación como analista de futbol, me concentré en buscar también otra manera de generar ingresos y tener proyectos de negocio. Deseaba tener una diversificación respecto a lo que hago, que no todo sea alrededor de una pelota. Entonces me ofrecieron la oportunidad de participar como productor de Águila y Jaguar.

Joaquín Beltrán, exfutbolista y analista en otra cadena de televisión, me conectó con Mike R. Ortiz, el director de la película. Nos reunimos para platicar y me comentó de qué iba Águila y Jaguar, así como de las ganas que tiene por hacer crecer a Kool Toon, la empresa de animación que hizo posible la realización de la película. 

De forma ambiciosa mencionaron que querían ser el Pixar mexicano y eso me gustó mucho. La seriedad con que se conducen, el talento que poseen en Kool Toon y la aspiración que tienen, me atrajeron en primera instancia. Posteriormente hurgué más en lo que era el proyecto, confirmándome a mí mismo que un interés primario era apoyar e impulsar al cine mexicano con un emprendimiento mexicano. 

Fue una decisión que pensé y platiqué con mi familia. Mi esposa fue quien me alentó a aceptar porque nos pareció importante confiar en lo que se hace en este país, además de generar fuentes de empleo para talentos que quieren incursionar en esta industria. En verdad no le di tantas vueltas, me entusiasmé por aceptar convertirme en uno de los productores de algo que desconozco pero me resulta fascinante como lo es el cine de animación.

Probablemente si fueras soltero y no tuvieras hijos, tus intereses como emprendedor apuntarían a otro lado. ¿Influyó tu lado paterno para decidirte a entrarle al cine de animación mexicano? Es un género al que muchos inversores le tienen miedo y tú te aventaste al ruedo.

Sí, sin duda. A eso le añado el amor que le tengo a este país que me ha dado todo, principalmente a mi familia que son mi esposa y mis hijos. Siento que una manera de retribuir un poco a esta nación es apoyando su cultura. El cine mexicano es de un gran nivel técnico y artístico que es reconocido en el mundo. Se hacen muy buenas cosas acá.

Lo que pasa es que hacia el exterior se muestra a un México violento con temáticas de crímenes y narcotráfico. Sé que no se puede tapar el sol con un dedo, eso sucede, es una realidad. Pero no es lo único. Por eso cuando me contaron que Águila y Jaguar contemplaba la creación de superhéroes mexicanos dentro de una historia que rescata valores y elementos positivos del que ahora es mi país, no dudé en decir que sí. Pensando en otros papás, yo también quería que mis hijos fueran al cine junto a su padre para que en familia pasaran un buen rato y salieran de la sala platicando lo que vieron. 

Mike R. Ortiz, el director, me comentaba en una entrevista para Spoiler que le llamó mucho la atención tu cercanía y la conexión que tienes con México en materia cultural, que lo único que te delata como argentino es el acento. ¿Por qué jugártela a producir acá y no en Argentina? 

¡Imposible no estarlo! Mi esposa es queretana, dos de mis hijos son de Jalisco y el más pequeño es chilanguito. La verdad es que estoy muy conectado con el país a pesar de no haber nacido aquí. Hace mucho tiempo que no voy a Argentina. La última vez que fui lo hice como turista para visitar a mi familia. Por el contrario, quiero que mi familia venga a visitarme a México porque es un lugar donde estoy cómodo. 

Me siento de este país porque soy mexicano. Naturalizado, pero mexicano. Tengo las mismas obligaciones y responsabilidades que cualquier otro ciudadano. He asumido como parte de mi identidad las tradiciones y cultura mexicanas, que son demasiado ricas y maravillosas. Cuando se me acercan para ofrecerme un proyecto, mi pensamiento de inversión no está en Estados Unidos o Argentina. Quiero hacerlo en México porque considero que aún es territorio fértil para un sinfín de negocios o emprendimientos que generan empleos. Uno de esos territorios es el cine de animación. Me parece que es un nicho al que se le debe ayudar más.

Ya diste un primer paso en el cine mexicano a través de invertir en la animación nacional, que no es poca cosa. ¿Continuarás produciendo cine? ¿Te gusta esa área?

Soy un tipo que no sabe nada de cine. Llegué a este proyecto sin tener la mínima idea de cómo se hace una película. Para nosotros es fácil verlas como espectadores, pero no vemos el esfuerzo y trabajo que hay detrás. Eso me sorprendió. Me agradó todavía más porque la gente que se dedica a esto tiene una pasión especial. Independientemente de que es un trabajo que les debe cubrir sus necesidades básicas, lo ven como un universo mágico en el cual pueden desarrollar y plasmar sus habilidades. 

Luego de esta experiencia puedo decir que me siento motivado para continuar aprendiendo de cine en varios aspectos, sobre todo en lo que concierne a la producción. Contar historias a través de la pantalla me resulta admirable y es una opción de mostrar o transmitir lo que también somos, es decir, no todo es tan malo. Estaré abierto a recibir propuestas, valorarlas, estudiarlas y si me atraen, créanme, con gusto le entro.

¿Te portas bien como productor o eres latoso? Mira que hay productores que son un dolor de cabeza.

Ja, ja, ja, ja, ¡no! Como yo de cine no sé nada, no molesto. Lo único que hice en un principio fue preguntar qué mensaje se quería transmitir y cómo se iba a contar. Desde que me dijeron que la historia quería mostrar la cultura mexicana, describir la problemática del agua y que estaba pensada para niños, no interferí en nada. 

Mike R. Ortiz y su equipo tuvieron la gentileza de presentarme a la gente que iba a trabajar detrás de la película, lo cual es importante porque es darle reconocimiento a esas personas y la confianza recíproca de que su talento habla por ellos. Lo mismo pasó cuando me informaron del reparto. La libertad creativa no se toca, mucho menos cuando no sé cómo se maneja una cámara o una computadora con programas especiales para animar. No me atrevería a decirles cómo se tienen que hacer las cosas o darles consejos. ¡Quién soy yo para eso! Hay que confiar en la gente talentosa. La magia de esto es poner el dinero en las personas que saben lo que hacen.

Damián, tú al venir de una condición humilde en Argentina, ¿cómo fue tu acercamiento al cine en la infancia? 

Recuerdo haber ido al cine una sola vez. Fue cuando tenía entre 13 o 14 años. No era fácil el acceso a los cines en lo económico y en lo físico. Ahora es más sencillo encontrar salas en plazas comerciales, antes no era así. En mis tiempos había que buscar el cine más cercano, formarte, hacer largas filas y esperar a que tuvieras la suerte de alcanzar boleto. A veces no alcanzabas y te perdías la oportunidad de ver una película. O a veces no había el dinero para eso.

Con Águila y Jaguar, en tu incursión como productor, ¿de alguna u otra manera te devuelves un poco de infancia?

Puede ser, eh. Para mí, actualmente, ir al cine es una experiencia extraordinaria que me ha tocado disfrutar en esta etapa adulta. En lo particular con Águila y Jaguar estoy entusiasmado por verla en una sala porque implica el sueño, la ilusión y la pasión de mucha gente. Creo que de eso va el cine, ¿no? De soñar, de ilusionarse.

Me emociona demasiado saber que iré con mis hijos, que son niños pequeños que tienen la posibilidad de gozar de una diversión que otros no pudieron tener. Ir con ellos sin ninguna otra intención que pasarla bien es algo que me enchina la piel.

¿Qué animación te gustaba de chico?

¡Mazinger Z! Era fantástico, lo mejor. Y es curioso. A mí me gusta el dibujo. Siempre me ha gustado dibujar. Como futbolista, por ejemplo, luego regalaba dibujos que hacía a mis compañeros. Mi destino era llegar al cine de animación.

Damián, ¿te gustaría producir una película de futbol? En mi opinión, México tiene un problema con eso: una tendencia por hacer películas y series de comedia para narrar historias acerca del balón. No salimos de ahí.

Claro, coincido contigo. El futbol es mucho más complejo y amplio en historias que no caben en una comedia. Es también trágico, melodramático. Hay situaciones dignas de contarse que ni siquiera suceden en una cancha o un vestidor. Tampoco todas son del chico pobre que sale de un barrio y es campeón. Existen un sinfín de opciones para narrar al futbol desde el punto de vista cinematográfico. Para responder a la pregunta, sí, por supuesto que me gustaría mientras no sea una comedia. Creo que se puede abordar a la pelota desde otras perspectivas.