La HISTORIA REAL de Chucky: ¿En verdad existió un muñeco diabólico?

¿Crees que no hay una HISTORIA REAL detrás de la creación de Chucky, el muñeco diabólico? Pues piénsalo de nuevo por que este podría parecer un simple relato de Halloween pero de hecho no, está sustentado por datos y aquí mismo, te compartiremos este suceso que definitivamente, te hará revisar todos los juguetes con los que te encuentres.

Esta es la HISTORIA REAL detrás de Chucky, el muñeco diabólico

Resulta que sí existió un muñeco que inspiró la creación de la película Chucky, pero este muñeco se llamaba Robert y al contrario de su versión cinematográfica, este muñeco no contaba con baterías ya que era de paja y perteneció al pintor Robert Eugene Otto ya que cuando este era niño, recibió al juguete como un regalo.

Esto ocurrió en 1904, cuando una trabajadora del hogar de su casa le regaló esta figura que es de un marinero de 90 centímetros de altura, relleno de paja y que abrazaba un león de peluche. Este muñeco fue bautizado con el mismo nombre que su dueño, Robert, pero lo que la familia desconocía es que la mujer que le hizo el regalo al niño practicaba magia negra y vudú.

Pero además de ello, habría sufrido terribles maltratos por parte de sus jefes, por lo que esta mujer habría embrujado al muñeco con una maldición. Y las repercusiones de esto se verían con el paso del tiempo.

Robert decía que su muñeco tenía vida, pero al igual que en Chucky, nadie le creía

Fue entonces cuando las cosas comenzaron a ponerse extrañas ya que por ejemplo, los padres escuchaban por las noches a su hijo hablando con el muñeco y cuando al día siguiente le preguntaban al pequeño Robert, este decía que se la pasaba conversando con su juguete, lo que empezó a preocupar a sus padres.

Sin embargo la curiosidad se terminó y empezó la preocupación cuando la familia salía de viaje y a su regreso, los vecinos afirmaban haber visto al muñeco asomándose por las ventanas de la casa, pero lo peor vino más adelante, cuando una noche los padres del niño escucharon un estruendo en su habitación.

Rápidamente llegaron a ella para descubrir una macabra escena: los muebles de la habitación estaban tirados por el piso, mientras el muñeco yacía al pie de la cama de Robert, mirando a la puerta con una sonrisa macabra. Cuando sus padres le preguntaron qué había hecho, el niño se limitó a responder: “Yo no fui, fue Robert”.

Un viejo horror que regresa arrastrándose del ático

Luego de este episodio, los padres de Robert arrojaron al muñeco al ático y no se supo de él nunca más; o al menos hasta que el niño creció, sus padres murieron y él heredó la casa, a la cual se mudó con su esposa Annette Parker, con quien se casó luego de haber estudiado arte en Nueva York y París.

Y queriendo adecuar su casa para convertirla en un lugar propicio para pintar, Robert empezó revisando el ático y ahí, se reencontró con su viejo amigo sin saber, que el horror regresaría a su vida desde ese lugar y se propagaría por toda la casa. Y esto comenzó cuando su esposa comenzó a afirmar que el clima de la casa se tornaba extraño.

Pero el verdadero horror comenzó cuando Annette aseguraba que el muñeco Robert cambiaba las expresiones de su rostro, y pronto sus amigos dejaron de visitarlos por temor a toparse con el escalofriante muñeco. Por ello cuando Robert Otto murió en 1974, su viuda vendió la casa y como la familia que la ocupó también sufrió de eventos sobrenaturales con el muñeco, decidieron donarlo a un museo.

La nueva casa de el muñeco Robert

Fue así como el muñeco Robert llegó al museo Fort East Martello, en donde se encuentra en la actualidad y en donde miles de personas llegan a visitarlo cada año, puesto que ya es del conocimiento popular que esta figura fue la que inspiró a Don Mancini para crear a Chucky, el muñeco diabólico que en la actualidad tiene una exitosa serie en Star+.

Así que ya sabes de dónde provino este personaje que comparte una aterradora característica con el escalofriante muñeco Robert, la cual es provocar el miedo en los niños y cuando estos le dicen a los adultos, estos jamás les creen, hasta que ya es demasiado tarde.