Revivir una historia que parecía finalizada es una gran hazaña y eso mismo ha hecho Prime Video con la segunda temporada de Good Omens. La serie, protagonizada por David Tennant y Michael Sheen ha regresado a la plataforma con una mejoría absimal y siendo aún más desopilante que la primera parte.

En esta ocasión, el ángel Azirafel, magistralmente interpretado por Michael Sheen y el diablo Crowley, llevado adelante de manera sublime por David Tennant, se enfrentan a un nuevo misterio. Ahora, deben lidiar con la aparición del arcángel Gabriel (Jon Hamm), quien aparece desnudo y desmemoriado en Whickber Street, la famosa calle de Londres donde está la librería de Azirafel.

A partir de allí comienza un “misterio divino” que, de todas formas, no es el centro de los nuevos episodios. Esto es porque, una vez más, Crowley y Azirafel toman las riendas del protagonismo, tal y cómo debe ser, pero en esta ocasión enfocados en lo que a su amistad respecta. Esta extraña relación entre ellos tiene un principio “antes del comienzo” y esa es, justamente, la premisa de esta nueva edición.

En sus episodios Neil Gaiman y John Finnemore desentrañan el enfoque de amistad que, si bien se viene aprovechando desde la primera temporada, ahora le han dado aún más visibilidad. Con impecables actuaciones de Michael Sheen y David Tennant, quienes evidentemente ya son un dúo imparable y lleno de química, esta historia ha sido mucho más atrapante.

Ellos dos le dieron una perspectiva más arrolladora y entretenida a la serie. Sin embargo, hay que destacar que, si bien la tira fue perfectamente aprovechada en ciertos aspectos, hay otros en los que no tanto. Lo cierto es que al darle tanta importancia a la amistad que se viene gestando desde la primera edición, se perdieron algunas historias que, de haber sido desarrolladas, la trama hubiese estado mucho mejor.

Así y todo, la segunda temporada termina siendo mucho mejor que la primera. ¿Por qué? Justamente porque no se expande en temas que, quizás, en cierto punto son innecesarios o confusos. Además, la realidad es que el regreso de Nina Soanya y Maggie Service para acompañar a Michael Sheen y David Tennant en esta aventura ha sido un gran acierto.

El elenco, en su totalidad, da una clase magistral de la comedia deliberada, apacible y de buen gusto. Good Omens es una perfecta e intelectual producción audiovisual que, no sólo brilla por sus actores, sino también por su guion que, a pesar de tener extensiones que podrían no estar a la altura de tal creación, es brillante y atractivo.

Asimismo, la segunda temporada recuperó la magia de la primera, es un nuevo triunfo con el mismo enfoque: dos héroes disfuncionales llevando adelante una gran relación. Por eso, y sin más preámbulos, realmente Good Omens me ha vuelto a sorprender con su agresividad estrafalaria y sus matices siendo una agradable combinación de diversión, emoción y drama digna de disfrutar.